Salí de mi casa
el 3 de febrero de 2015 con un montón de expectativas. Iba estudiar por 6 meses
en una buena universidad en España e iba poder vivir un poquito de la realidad
europea. Algo que siempre me ha encantado. Lo que yo no podría imaginar era que
el destino me iba regalar mucho más que eso. Esa experiencia no sería solamente
una línea más en mi currículo profesional, pero si no un capitulo de oro en mi
autobiografía. Desde esa fecha yo vivi los mejores momentos de mi vida en un
espacio de tiempo tan corto como un cuento de hadas, y de hecho, me parece eso
todavía. Mis días nunca habían sido vividos tan intensamente. Ni en mis mejores
sueños yo podría imaginar siquiera 10% de lo que se ha hecho realidad. Si me
pongo ahora mismo a escribir un libro creo que no sería capaz de decir todo de
una forma justa, entonces me gustaría compartir aquí con vosotros algunos
momentos que pienso que fueron los más importantes de mi
fugaz-mágica-trajetoria-universitaria-europea-viajera-inolvidable.
Aterricé en un
paracaídas en Granada, la ciudad que me ha elegido a mi. Cambio total de
realidad. Y también de temperatura (hacía 7° negativos). En mis primeras horas
en la ciudad conocí a los chicos y chicas que formarían parte de mi experiencia
Erasmus hasta el final. El grupo "Solo una cerveza". Saludos, guapitos,
vosotros viven en mi corazón. La universidad era un sueño y yo estaba justo a
la institución que recibe más estudiantes de intercambio en toda Europa.
Resultado: Un enorme impacto cultural, yo diría brutal incluso. Los "bares
de tapas" se volvieron mi casa y los "botellones" mi rutina casi
diaria. En un solo día vivía tantas cosas que me iba a dormir pensando que ya
se había ido una semana. No había hora para acostarme. A las 4 de la noche
todavía estábamos empezando la fiesta. En verdad, creo que nunca he dormido tan
poco en la vida como en estos seis meses. Granada es una ciudad que nunca para,
y por supuesto, yo como parte integral de ese entorno también no podía parar.
Entre un botellón
y otro hemos creado un grupo de samba. Sambaycín, que seguramente será
recordado en la historia del Erasmus Granada 2015. Hicimos nuestro primero
concierto en la Mae West (llena), tocamos en la playa, en el centro de la
ciudad, en la carretera, en los autobuses y en los pisos. Llevamos la música
brasileña a los oídos de muchas personas; y hemos enseñado a los guiris lo
mejor de nuestra cultura tan bien mezclada. Fue una de las cosas más increíbles
que he hecho en la vida. Hermanos-sambistas, gracias por tantos momentos
indescriptibles. Los quiero.
Como si eso no
fuera suficiente para detener mis ganas de la 'carrera musical', fui invitado
con mi proyecto en solo (MatheusFonseca) para tocar por todo el verano en una
cadena de restaurantes en el norte de España (Galicia - Bayona), pero por los
viajes que tenía solo he podido quedarme por 18 días. La cantidad de días, en
realidad, no importaba. Era el tiempo suficiente para realizar mi sueño de
vivir de la música, y al final ha pasado de una manera que nunca imaginé:
solito (voz y guitarra) y en Europa.
Cuando pensé que
ya no podría tener mejores experiencias o ser todavía más perfecto de lo que ya
era, me compré una mochila grande (65L) y me tiré en la carretera. Este era
también un gran sueño que tenía que realizarlo en este mi momento tan
histórico. Con coraje, fuerza, solito, sin hablar Inglés y sin mucho dinero. Me
fue a buscar a mi mismo en varias partes del mundo. Donde pasé he plantado
bondad y cosechado mucho cariño. Irlanda, Escocia, Inglaterra, Italia, Grecia,
España, Marruecos, Portugal, Francia, Holanda, Alemania, República Checa, Austria,
Hungría. Literalmente llevé la casa en la espalda, y sin duda regresé con la
maleta rebosante de experiencias increíbles e historias para compartir.
La verdad es que yo podría hablar de muchas otras cosas, pero
los detalles lo digo en persona a quién quiera oírme, preferiblemente tomando
una cerveza fría en mi Río de Janeiro. Pero quiero decir aquí, como un grito que
viene de lo más profundo de mi pecho, con el corazón lleno de amor y los ojos
llenos de lágrimas: "Yo soy el Graná!". Esta es la frase que siempre resumió nuestro
Erasmus . Y ahora, después de caminar tanto por Europa creo que también puedo
decir que "yo soy de todo el mundo."
Aprendí a hablar
"Andalu". He sumergido en la cultura española, me enamoré de el
flamenco (y de la flamenca), me volví chef
de la cocina de mi casa, me encontré con gente de todas las partes, me hice
amigo de todos los continentes del mundo, he bebido en casi todos los bares de
la ciudad de Granada, perdí mi móvil en Escocia, he pagado 4 euros en una
botella de agua en París, le di mi comida a un mendigo en el Reino Unido, me he
perdido en el metro de Londres, canté ‘bossa nova’ con un músico callejero en
el centro Roma, descubrí que la segunda lengua oficial en Dublín es el
portugués, comi los hongos de Ámsterdam, lloré de dolor en el Muro de Berlín, lavé
mi alma en el mar Mediterráneo, he visto las tristes consecuencias de la crisis
en Grecia, observé al atardecer arriba de un camello en el desierto del Sahara,
gané una familia en Alemania y me quedé flipado con la belleza de las mujeres
de Europa del Este.
Ayudé y me
ayudaron. Recibi gente en mi casa y fue recibido también. Enseñé samba y aprendí salsa. Sonreí y me devolvieron la
sonrisa. Canté y me quedé encantado. He tocado en fiestas, plazas, clubes,
restaurantes. Viajé en autobús, tren, avión y Blablacar. He dormido en hotel, en el aeropuerto, en el suelo e incluso
en la calle. He sido turista, viajero, mochilero y los tres al mismo tiempo.
Una vez, casi me muero de la bebida, y otra vez casi me muero de sed también.
Me he comido en lugares super caros, y ya he buscado monedas para comprar un pan.
He estado en Londres, pero preferí Marrakech. Yo estaba muy cerca del lujo,
pero me gustaba más beber con los hippies en el suelo de la plaza. Experimenté
lo bueno y lo malo, y me quedo con los dos. Entre los pobres y los ricos, elijo
ser lo que lleva la humildad en el corazón y la sonrisa en la cara. Lo que yo
quiero de la vida es que me sorprenda todos los días.
Hoy, después de
este tiempo aquí, después de conocer a 13 países europeos y un pedazo de
África, creo que puedo hablar de algunos temas sociales y políticos, que mi
país aún tiene mucho que aprender. Yo no soy nadie para enseñar nada, pero soy
discípulo de Gandhi y estoy de acuerdo que el cambio comienza desde dentro del
pecho. Creo que puedo ayudar a cambiar el mundo compartiendo mis experiencias
con las personas más cercanas a mí, como tú que me lees ahora, y has tenido la
paciencia para llegar hasta aquí.
Allí, en el 3 de
febrero, hace poco más de seis meses, salí de mi casa con un gran sueño:
convertirme en un ciudadano del mundo. Ahora volviendo, puedo reflexionar sobre
esto y me pregunto qué es exactamente la
definición de este concepto. En mi punto de vista, ser un ciudadano del mundo es
eximirse de los prejuicios, absorber las rupturas culturales, conocer gente
nueva, hablar otros idiomas, aventurarse en destinos absolutamente
desconocidos, tocar lo invisible, hacer de la vida una entrega diaria,
experimentar todos los países como si fuera el tuyo, caminar a pié por las
ciudades, hablar con los nativos, no se guiar por mapas y olvidar la tecnología
para un tiempo considerablemente largo hasta el punto donde se descubre que el
secreto del universo esta realmente en las personas. Sea en la sonrisa sincera
de un niño o en el consejo conservador de una monja anciana. No sé si todo esto
me convierte en realidad en "ciudadano del mundo" como yo siempre
quise ser, pero, de hecho, en ese momento, ya no importa. Llevo dentro, entre el
pecho y la espalda los dolores y las alegrías que me quedan, y soy lo que el
mundo, con sus muchas facetas me ha convertido; y entonces, por fin, soy aquí
sólo una parte integral de esta gran bola azul que sigue intentando encontrar
una posición perfecta en el universo que es infinito, pero limitado, de acuerdo
con Einstein.
Me dijo un gran
maestro que tuve a los 18, "Matheus, este tema de ser lo que es, todavía
va a llevarnos mucho más allá". Pues si, perfecto, profesor. El camino me ha
traído hasta aquí. Gracias Señor por las muchas bendiciones. Puedo decir: Combatí en el buen combate,
y conservé la fe. ¡Amén!
Matheus Fonseca Pinheiro
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